Seguro que en más de una ocasión has visto esas etiquetas que llevan las prendas de ropa en las tiendas y que sirven para disparar la alarma en caso de que alguien se las quiera llevar prestadas. Se trata de las etiquetas RFID (Radio Frequency IDentification), una suerte de pegatinas con antenas integradas que pueden ser adheridas a cualquier objeto, animal o persona para responder a peticiones efectuadas desde un emisor-receptor RFID por radiofrecuencia. Como veremos a continuación, sus aplicaciones van mucho más allá que “alarmar” la ropa de las tiendas.
Sobre el RFID
El origen de las etiquetas RFID se remonta, nada más y nada menos, que a los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, y al ejército aliado. En aquella época, los aviones podían ser detectados a mucha distancia gracias al uso de radares, sin embargo, no podían ser identificados. Entonces, los británicos se dieron cuenta de que, colocando una etiqueta RFID en las aeronaves aliadas, podrían reconocer sus naves en largas distancias, gracias a antenas de alta ganancia. Esto permitió distinguir sus aviones de los enemigos, dando origen al primer dispositivo de RFID pasiva.
El objetivo, por tanto, era identificar objetos de forma remota, y en esa dirección avanzó la evolución de los radares durante las siguientes dos décadas hasta que en 1973 en Estados Unidos, Mario W. Cardullo patentó una etiqueta RFID activa que integraba una memoria reescribible.
Y sólo un año después, en 1974, Charles Walton patentó un sistema RFID pasivo que permitía la apertura de puertas sin llaves. Por aquel entonces, el uso de etiquetas RFID como sistema antirrobo en tiendas ya estaba ampliamente extendido: un único bit permitía que un sensor situado en la entrada detectase si los productos habían sido o no pagados.
Frente a los códigos de barras, que aún sigue siendo la tecnología más extendida para la identificación de objetos, el sistema RFID permite almacenar una mayor cantidad de información, pueden ser reprogramados, y transmiten los datos sin que sea necesario el contacto físico, sino por estimulación: cuando un emisor RFID emite una petición, la etiqueta RFID devuelve la información por radio.
Tipos de chips RFID
Básicamente existen dos tipos de chips RFID: pasivos y activos.
Los chips RFID pasivos carecen de fuente de alimentación y su circuito se activa por inducción cuando recibe la señal de radio emitida por el lector; casi todo el chip es antena, cuya función es doble: capturar la energía que le permita funcionar y enviar la señal de radio que contiene la información solicitada. Es el chip que se utilizada en las etiquetas antirrobo con las que comenzábamos.
Los chips RFID activos sí que poseen una fuente de alimentación propia y en consecuencia, poseen también una mayor potencia y alcance. Sus circuitos pueden ser más complejos de modo que pueden cifrar la información enviada e incluso incluir datos procedentes de otros sistemas como sensores de presión, de temperatura, etcétera.
Aplicaciones del RFID
Tal y como ya podemos imaginar, las utilidades de las etiquetas RFID son múltiples y muy variadas. Cuatro de sus principales aplicaciones en la actualidad son:
Logística y cadena de suministro
El uso de etiquetas RFID en las cadenas de suministro reducen los errores y los fallos en la entrega de productos. RFID aporta transparencia y control en tiempo real y, en consecuencia, agiliza los procesos y mejora tanto la eficiencia como la calidad del servicio.
Control de la mercancía en establecimientos
El uso de etiquetas RFID permite que los empleados de un establecimiento puedan conocer en todo momento el volumen de stock existente, su estado y su localización exacta.
En bibliotecas, mejora de manera considerable la eficiencia en las operaciones inherentes a la circulación de los libros.
Y en empresas donde los empleados manejan un elevado número de herramientas, el rastreo RFID es posible saber qué empleado ha utilizado una u otra herramienta, y si la ha dejado de nuevo o no en su lugar.
Control de accesos
El acceso a determinadas áreas de la empresa que precisan de autorizaciones especiales, o a grandes eventos, congresos, ferias, etcétera, puede ser fácilmente gestionado a través de una acreditación RFID que autoriza o restringe el acceso previamente.
Implantes humanos
El acceso a edificios, a equipos informáticos, el almacenamiento de datos médicos, la prevención de secuestros o de la usurpación de identidad, son sólo algunas de las aplicaciones que puede tener un chip RFID implantado en seres humanos bajo la piel. Si te suena extraño, es muy similar al que ya está extendido para los perros.
Algunos datos de mercado
El mercado de RFID presenta una tendencia de crecimiento que se intensificará durante los próximos tres años. Así, sobre una base de 12.600 millones de dólares del año 2016, se prevé que la inversión mundial en RFID se duplique hasta los 24,500 millones previstos para 2020.
Futuro del RFID
A pesar de sus numerosas posibilidades y beneficios, la tecnología RFID también cuenta con ciertos aspectos negativos. Uno de los más destacados es que las etiquetas RFID continúan siendo funcionales incluso después de haber abonado los productos, por lo que podrían ser utilizadas para fines mucho más cuestionables. Si a esto sumamos que, empleando una antena de alta ganancia, podrían enviarse peticiones de información a las etiquetas RFID a mayor distancia, la polémica está servida.
También se ha planteado incorporar etiquetas RFID a los pasaportes que incorporen más datos que los identificativos de su portador sin embargo, la propuesta está causando numerosas discrepancias. . El experto en seguridad Bruce Schneier dijo a raíz de estas propuestas: «Es una amenaza clara tanto para la seguridad personal como para la privacidad. Simplemente, es una mala idea».
El mayor reto al que se enfrenta la aplicación de la tecnología RFID es al de la posible violación de la privacidad por lo que, un acertado equilibrio entre sus posibles usos y medidas que garanticen la seguridad y la privacidad, permitirá, que nos sigamos beneficiando de sus ventajas.
Sin duda avances en el tipo de material, el tamaño, la capacidad de almacenamiento… cambiarán el modo en el que RFID impacta en nuestras vidas actualmente. Respecto a la violación de la privacidad la tecnología también puede dar mucho de que hablar, por ejemplo, en lugar de estar unidos a la ropa por medio de una etiqueta, el transpondedor RFID podría estar integrado directamente en la ropa, mediante tinta conductora biodegradable, eliminando así los riesgos de violación de privacidad.
Y tú, ¿Qué opinas sobre el futuro del RFID ?
Rodrigo L. Barnes – Consultor de Marketing y Estrategia
Para más información, podéis poneros en contacto conmigo y enviarme vuestras sugerencias o comentarios.